El pasado 4 de julio, la Escuela del Vidrio de Honduras celebró diez años de trayectoria en sus instalaciones de Camalote, en El Progreso (Yoro). Haber sido responsable académica de la Fundación Centro Nacional del Vidrio en esta escuela, desde 2009 hasta 2018, ha sido una experiencia profundamente enriquecedora, tanto en lo profesional como en lo personal. Tuve el privilegio de ser testigo del deseo innato del ser humano por aprender, independientemente de las dificultades que imponga el entorno en el que uno nace.

Con motivo de esta conmemoración, la Escuela del Vidrio de Honduras me hizo entrega de una placa de agradecimiento con la inscripción: “Por haber iniciado este sueño en educación 2015-2025”. Este gesto me hizo revivir, de golpe, todo lo vivido, y me emocionó profundamente tomar conciencia de haber formado parte del nacimiento de un proyecto educativo en el que, desde sus inicios, los verdaderos protagonistas han sido los alumnos.

Gracias a todos vosotros por no perder nunca las ganas de superaros, apoyándoos en la educación para mejorar vuestras vidas y contribuir al desarrollo de vuestras comunidades.